Parque Benito Solari

El Parque “Benito Solari” está ubicado al norte de la ciudad de Salto, sobre la avenida Blandengues, camino que conduce al Lago de Salto Grande.

Abarca aproximadamente diecisiete hectáreas, implantadas sobre unas antiguas chacras que Don Benito adquirió entre 1898 y 1904 que por su suelo quebrado, de grandes declives y enormes rocas, propias de la fisonomía geológica de Salto, establecían con sus contrastes un ámbito incomparable para transformarlas en un parque.

Ya, en ese entonces, estas tierras estaban limitadas por las avenidas Blandengues, Paraguay e Independencia, sin embargo, al sur aun lindaba con campos, no se había tendido la calle que hoy lo circunda, lo que explica la forma irregular en ese sector.

A don Benito le sobrevino una muerte abrupta por lo que no pudo terminar con su proyecto de completar un área de forma homogénea. Las plantaciones las inició en ese entonces pero las habría de continuar toda su vida.

 

DISEÑO. El diseño de este Parque lo expresó en el lenguaje de la jardinería romántica propia de ese entonces: el paisajismo del Siglo XIX, un diseño de contenido conceptual que seguía las tendencias de aquella época.

 

INFLUENCIAS. En las postrimerías del siglo diecinueve cuando fue creado, estaban en auge en los suburbios de las grandes ciudades, este tipo de paisaje de amplios espacios.

Napoleón III haría posible que París se desarrollara en medio de espacios verdes que hasta hoy son unas de sus características más notorias; que Salto lo tuviera desde ese entonces habla de las expectativas culturales de los habitantes de esta ciudad.

 

ANTECEDENTES SOCIALES E HISTORICOS. Salto, en esa época, superadas las guerras civiles, era una ciudad que se extendía y progresaba.

Se habían adoquinado sus calles, construido avenidas, tendidos puentes, pero faltaba un lugar para recreo y solaz de su población. Solamente las plazas céntricas cumplían este cometido. Gozar de la naturaleza en amplitud era una aspiración siempre presente en todos, pero una meta que resultaba inalcanzable.

Don Benito que había sido gobernante de la ciudad en más de una oportunidad y que había observado, en sus viajes, como las ciudades europeas incorporaban áreas verdes en su trama urbana, era conciente de esta carencia en Salto y le preocupaba.

 

INICIO DE LOS TRABAJOS. En los comienzos de 1900, en lo que entonces eran los suburbios de Salto, don Benito inició su obra y su sueño de construir un parque de grandes dimensiones.

 

CERCOS. Contrató picapedreros que construyeron los cercos de piedra y ladrillo que desde entonces, son su característica más visible desde afuera. Estos cercos, rematados con verjas de hierro y puntas de lanza de estaño, le dan un ritmo y un sereno señorío que atrae al paseante. (En el acceso sur, bajo una avenida de tipas, construyó un cerco con el mismo diseño, un gran portón de hierro y verjas pero que en 1950 fue trasladado por la Intendencia a la Costanera Sur, donde hoy se encuentra).

 

LAGO. Construyó una represa sobre la calle Paraguay que apresó las aguas de lluvia que, entre otras, constituyen el origen de las nacientes del arroyo Sauzal. Configuró, con orillas cubiertas de piedra, un bellísimo lago de bordes sinuosos, empedrados, con una gran isla en el centro. Una ingeniosa compuerta de hierro en el puente, detiene el agua y escurre la que la lluvia trae en exceso.

PUENTE “FAUX BOIS”. El lago tiene un puente que fue originalmente, simple de madera. Luego Don Benito lo sustituyó por otro de material, que es el actual que imita troncos de árboles “faux bois”, un diseño propio de esa época. Con esa misma modalidad decorativa, de falsa madera, se construyó una escalinata que lleva a la Glorieta y sus bancos. En un recodo a la entrada existía con este mismo criterio de falsa madera una mesa con un reloj de sol rodeada de estos bancos que se llamaba, ”El Jardín de los Enamorados”.

 

GLORIETA. Se instaló la Glorieta en un camino establecido para ese fin marcado con caminos de pinos y cipreses. Se la recubrió con rosales y en su escalinata blanqueaban los jazmineros.

 

ESPECIES VEGETALES. Este parque fue poblado con enormidad de árboles que daban una sombra oscura y tangible. Las especies de árboles elegidas fueron cipreses, pinos, eucaliptos, de perfumes resinosos y persistentes, de grevileas y magnolias de primitivas y antiguas fisiologías botánicas, además de cedros, tipas, casuarinas, varias especies de pino, como los de Aleppo comunes en los paisajes italianos.

 

CAMINOS. Trazó caminos que siguiendo el estilo de la época se detienen en curvas largas y elípticas que crean perspectivas de entradas y salidas: Meandros, como ríos mansos que dejan ver pasajes laberínticos de azaleas, de coronitas de novia (spireas), jazmines, bambúes, azareros, etc. Son caminos de fino pedregullo, propio de esta tierra, pequeñas cornalinas traslucidas, cantos rodados coloridos, ágatas de brillos acaramelados, reflejan la luz del sol y la irradian.

Las sombras de las ramas marcan, como contraste, los recodos. Los caminos constituyen un alarde de belleza pero también de técnica, Forman la espina dorsal del parque Estos caminos están cimentados con piedras y tienen badenes para encauzar las aguas. Es fácil recorrerlos, su pedregullo, siempre seco, donde el agua de la lluvia se escurre por canaletas de piedras.

 

BÚSQUEDA DE LAS PLANTAS. La búsqueda de los elementos vegetales fue larga y exhaustiva. Estuvo ceñida a especimenes que estaban de moda en la jardinería del Siglo XIX.

Los libros que tenía de cabecera, don Benito, editados en 1885 y en 1894, lo guiaban. En ellos aparecen anotados con su letra donde indica el reverso de las estaciones y floraciones, con respecto a Europa.

Sus libros incluían los de los paisajistas de más renombre de la época, como Édouard André. Los proyectos, que de este paisajista aparecen en estos libros, son muy del estilo a los que vemos en el Parque. El diagrama de los caminos, el lago, las plantaciones. Sin duda don Benito se inspiró en ellos.

Se ha especulado, inclusive, que el diseño del Parque fue hecho por el propio Édouard André. Sin embargo, en la historia familiar no aparece ningún rastro de esta vinculación que de certeza a este extremo de prestigio inocultable. Tampoco se sabe que este paisajista haya visitado Salto. En la profusa correspondencia de don Benito tampoco aparece nada que los vincule. Sus libros si, dan certeza de la fuente de su inspiración.

También don Benito había plantado otros jardines donde aparecen de manifiesto su talento de conjugar la belleza de los espacios con la naturaleza y sus elementos físicos y vegetales.

La influencia de la estética jardinera de la época mencionada determinó que don Benito recurriera como fuente de los especimenes a Francia. Encargó al renombrado vivero Vilmorin de ese país las especies de significado paisajístico, árboles verdes oscuros de formas estrictas, indispensables para crear configuraciones en un paisaje de estructuras geométricas.

Las plantaciones, también fueron constituidas por árboles haciendo énfasis en especies perfumadas como los jazmines del Paraguay, oleofragans, azareros, jazmines por citar algunas. En otras épocas sus colecciones de rosas eran su mayor esplendor jardinero. Lucían la aristocracia de sus flores enredadas en escalinatas, pérgolas y floridos cercos. La Glorieta cubierta de rosales, el rosedal, la casa de piedra, los pavos reales, las gallinas de Guinea y los cisnes del lago, crearon infinitos escenarios que se encendían y apagaban según el recorrido del caminante.

La colección de rosas se completaba todos los años con variedades que se traían de los viveros de Francia ya mencionados. En 1895 don Benito se había casado con Isidra Olascoaga, ella también era gran aficionada a las flores y se dedicaba a las plantaciones de rosas que ella misma podaba. Se hicieron grandes plantaciones de flores de estación, se trajeron de los viveros mencionados, flores desconocidas como las gerberas, las strelitzias, las rosas trepadoras que caían de los cercos y de los rosedales.

La familia de Don Benito estaba constituida por su esposa y dos hijos, Pedro y Sara. Vivían en el centro de la ciudad en una casa de alto sin jardín por lo que iban todos los días a esta quinta para disfrutar de la naturaleza y encontraban espacio para los juegos de una infancia muy vivaz.

La quinta pletórica de flores y de frutas era un pretexto para ir a buscar la cosecha todos los días. La dieta del Mediterráneo, ensaladas, pastas y verduras con postres de frutas confitadas era también un modo de vida. Los jarrones se llenaban de flores que se renovaban casi a diario.

Con el paso del tiempo esta quinta maduró en belleza y se tenía como referencia de algo especial. Tenía una plantación de naranjos que estaba atendida por el encargado, Roque Torres, quien le dio el nombre Benito a su hijo como testimonio del afecto que unía al cuidador del parque y a su dueño.

 

RIEGO. Un jardín necesita del agua para sobrevivir. Nuestros veranos largos y calurosos así lo determinan, más aun en un suelo tan pedregoso como lo es el del Parque por lo que don Benito instaló un sistema de riego. Hizo un gran pozo de agua que se extraía con un molino y un motor. Las cañerías de hierro por todo el Parque se completaba con canillas de bronce para poder regar.

 

DONACION. El 3 de junio de 1923 en plenitud de sus fuerzas, siendo Presidente del Consejo Departamental de Salto, le sobreviene la muerte en forma abrupta. En su lecho de muerte don Benito rodeado de su familia, entre sus disposiciones testamentarias, decide donar al pueblo de Salto la “Quinta Blandengues” así llamada, para que esta sea disfrute de los habitantes de la ciudad.

 

CONDICIONES. Esta donación fue condicionada a mantener siempre su carácter público o sea que esté abierto a la libre disposición de todo aquel que quiera visitarlo, sin ningún impedimento. Tiene también como condición, para no menoscabar su magnificencia paisajística, que no se le fraccione. Para observar y velar por el cumplimiento de este legado dispuso que a las familias Solari y Olascoaga (sus descendientes ) no se le podría impedir la entrada al Parque.

 

INAUGURACION AL USO PÚBLICO. El Municipio de Salto decide denominar este parque con el nombre del donante y plantador, Benito Solari y como homenaje coloca una plaqueta de bronce en el portón de entrada con la fecha de la donación y lo abre al público Se decide ampliar el homenaje y se instala también un busto de don Benito Solari ejecutado por Eriberto Prati en 1927, fecha que ha creado confusión en cuanto a su significado. En ese entonces se hizo además una intervención que tuvo sus aspectos positivos y negativos. Entre los últimos cabe consignar que se decide eliminar la colección de rosales por aducir un mantenimiento dificultoso y excesivo. Las coníferas como cedros y cipreses fueron podadas, sus copas levantadas y perdieron el señorío de las ramas péndulas que llegaban hasta el suelo.

Puede parecernos difícil desde nuestra perspectiva actual del Siglo XXI, imaginar que hace cien años, los habitantes de esta ciudad dispusieran de la cultura, de los conocimientos agronómicos, de silvicultura, de arquitectura del paisaje; disciplinas que nos parecen modernas, novedosas y que son la esencia de este parque.

Inclusive, se nos hace difícil pensar que alguien en forma personal, dispusiera de los medios necesarios para emprender la tarea de plantar un parque y que con estos cumpliera un sueño propio que coincidía con los sueños de los habitantes de la ciudad; sin embargo es justo y esperanzador saber que fue así.

Este ejemplo de don Benito es un don en sí mismo que nos pertenece a todos. Forman parte de este pueblo que no necesita de inspiraciones ajenas, que no lo identifican y no le dicen de lo que son capaces.

Todas las sociedades tienen sueños, a veces son metáforas o fantasías irrealizables. No es el caso de este Parque. El revela a una comunidad que se refleja a si misma a través de las ataduras de este parque y su plantador.

En algunas últimas publicaciones no se ha registrado esta donación en toda su magnitud. Se ha dicho que don Benito Solari donó solo el predio y se menoscaba el contenido de belleza material y espiritual del parque Solari. La historia de los hechos, la memoria de los que lo conocieron en ese entonces, finalmente la misma sabiduría de las plantas y de los jardineros saben quienes con sus manos, sus ideas, su visión, lo hicieron posible, lo diseñaron y lo plantaron.

 

ESTATUA DE MARMOL. Esta bellísima estatua está ubicada en una pequeña isla. Conocida como “Venus del Baño”, una réplica de la homónima que se encuentra en los Museos del Vaticano, pertenece a la época helenística. Esta reproducción en mármol de Carrara es superior a la de yeso que se encuentra en un museo en Montevideo.

 

ARQT. PAISAJISTA LEANDRO SILVA DELGADO. En los finales de la década de los años 70, se le solicitó, al Aqto. Paisajista Leandro Silva Delgado, residente en ese entonces en Madrid, quien había recuperado el Jardín Botánico de la ciudad; un proyecto para una recuperación similar al mencionado Jardín Botánico.

El Parque Solari había sufrido abandonos, incendio, cierres. Una tormenta, posteriormente, en la década del 90 arrancó de cuajo más de cuatrocientos árboles. El Aqto. Silva Delgado propuso replantar aquellas plantas que por su connotación propia de la jardinería romántica del siglo XIX se adecuaran al diseño original.

Además proyectó, en un área que se encontraba diezmada que en su origen estuvo plantada de naranjos de aproximadamente dos hectáreas, un Jardín basado en las especies que España trajo a América, olivos, vid, naranjos, por lo que se le llamó del Descubrimiento.

Este jardín correspondería a otro construido en España, en la ciudad de Motril, en Andalucía proyectado y plantado a la inversa. Especies de esta tierra americana, como los ibirapitás, (Pheltoporum dubium) que con ese fin y expresamente fueron llevados desde Salto.

 

MONUMENTO NACIONAL. El Parque Solari, hoy centenario, es testimonio de la memoria de la ciudad, y de la estética paisajística de una época, de un modo de vida y de la cultura de un pueblo.

Por estas características y por su significación en el ámbito nacional en lo que tiene que ver con su testimonio cultural, ha sido amparado por la ley 14.040, porque se declaró, Monumento Histórico Nacional para su protección.

Es uno de los pocos parques existentes, originales del Siglo XIX, fuera del ámbito capitalino.

Este parque ha tenido y tiene una connotación social muy relevante.

Actualmente está inmerso en una zona densamente poblada que espera su recuperación para disfrutarlo como lo hicieron en el pasado.

Durante décadas fue el lugar de paseo obligado, donde se iba para ver y ser visto.

Por varias generaciones fue el único paseo público de la ciudad para sus grandes reuniones dominicales. Allí se reunían las familias y se iniciaban vínculos de amistad y afecto que duraban para toda la vida.

Ha pasado mucho tiempo, más de ochenta años de su inauguración como paseo público y su existencia de parque cuenta con más de cien años venerables .

Ha sido largamente visitado, vivido y querido por el pueblo de Salto. Constituyó por décadas el único paseo público de la ciudad y fue refugio de poetas y amantes de la naturaleza donde encontraron un lugar donde encontrarla.

Con el pasar del tiempo, algunos de sus árboles están deteriorados por enfermedades y por el tiempo, pero afortunadamente vemos que sus senderos de azaleas, plantados por “Los Amigos del Parque Solari” en la década del 80, de coronitas de novia, y algunos rosales, han vuelto a florecer.

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FUTURO. Un parque es un ser vivo, su fragilidad es evidente. Está expuesto a tormentas, a prolongadas sequías, y a veces también a la acción depredadora del hombre.

Sin embargo este parque ha sobrevivido, ha acumulado la memoria de generaciones y las ha nutrido con sus mejores momentos.

Su imagen está afianzada en el paisaje urbano y cultural de la ciudad.

Es un testigo insoslayable del milagro de la vida que se regenera en nuevos visitantes y en nuevas plantaciones.

El interés y el encantamiento que despierta en los niños y en los jóvenes nos muestran que ellos lo están preparando para que tenga un largo futuro.

El destino de un parque, de la naturaleza misma finalmente, depende del grado de cultura de quienes la habitan.

Creemos que como siempre, otra vez mas, Salto estará a la altura de sus antecedentes como pueblo culto y responsable. Sus generaciones jóvenes lo ameritan.

 

Isidra Solari

Salto, 19 de Octubre de 2006.-

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